“Me gusta eso de crear un objeto concreto, real, tangible. Es que yo vivo pensando y soñando. Eso debo hacerlo materia. Una buena escultura tiene fuerza primitiva, mágica. Lo que busco es la dimensión mágica de la realidad, no lo esotérico.
Al crear ese objeto intento relacionarme con los demás. Busco crear una contraposición, una metáfora que sorprenda y sugiera. Busco decir algo sobre el sentido de la vida y la muerte, el odio y el sufrimiento, la entrega a los demás: el amor. Para esto no hay lenguaje más apropiado que el del arte.
La obra de arte encarna, hace vivencia. Intriga, divierte e interesa. Pero finalmente puede llegar a conmover.
Tal vez sea el cine el arte que más toca al hombre contemporáneo. Pero todas las artes confluyen, se potencian unas a otras.
El lenguaje del arte es abierto y metafórico: al presentarnos un mundo nos abre a otros. El arte es libre, juguetón, amoroso. Nos quiere maravillar y reencantar”.(Mario Irarrázabal).
Al crear ese objeto intento relacionarme con los demás. Busco crear una contraposición, una metáfora que sorprenda y sugiera. Busco decir algo sobre el sentido de la vida y la muerte, el odio y el sufrimiento, la entrega a los demás: el amor. Para esto no hay lenguaje más apropiado que el del arte.
La obra de arte encarna, hace vivencia. Intriga, divierte e interesa. Pero finalmente puede llegar a conmover.
Tal vez sea el cine el arte que más toca al hombre contemporáneo. Pero todas las artes confluyen, se potencian unas a otras.
El lenguaje del arte es abierto y metafórico: al presentarnos un mundo nos abre a otros. El arte es libre, juguetón, amoroso. Nos quiere maravillar y reencantar”.(Mario Irarrázabal).
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